lunes, 11 de mayo de 2009

Evolución


Ayer acudí a una competición importante con tres alumnos míos de judo. Subimos al autobús muy temprano (pensaba que esa hora ya no existía) que nos llevaba al lugar de competición. 2 horas de autobús en las cuales aprendí que mi rol está cambiando.

El nerviosismo que llevaban los tres era claramente visible. No paraban de hablar, de moverse y de preguntar. Yo, claramente tenía un sueño que me caía (pese a tener que levantarme muy temprano, me acosté muy tarde), y como quería dormir, intente por todos los medios calmarlos.

- Va dormiros que sino luego estaréis reventados para la competición.

Esa es la frase que más utilice durante el viaje. Pero claro, se sabe que a los niños de 12-13 años es complicado que se estén quietos y más si están tan nerviosos. Después de mi insistencia, conseguí que se durmieran y finalmente conseguí dormirme yo.

A los 20 minutos y ya en el sueño profundo, empiezo a oír risillas. Intento no hacer caso.

- Sigue durmiendo - me decía a mi misma en sueños

Pero, de repente una música estridente suena en mi oído. Me despierto del susto y me encuentro a los tres riéndose a carcajadas. Yo, calmadamente (puedo llegar a tener muy mal genio cuando me despiertan) les hecho un semipuro (nada del otro mundo) y me cambio de asiento para poder dormir en paz. O eso pensaba yo...

Al rato, viene a mi asiento de una de mis alumnas y comienza a hacerme cosquillas, fotos y muchas más cosas que no recuerdo por mi trance del sueño. Ya decido despertarme completamente (que remedio) y intento darles una pequeña charla sobre el no molestar a las personas mientras descansar. Pero enseguida, después de escucharme cambian de conversación y empiezan a contarme cosas sobre sus novios/as, amigos/as y sus vidas adolescentes. Así que, durante bastante tiempo estuve escuchándoles y riéndome con ellos. Dándoles consejos amorosos (curioso) sobre los hombres y las mujeres...

Un día después de la competición y de vivir todo aquello pienso en cómo era yo en aquella edad. Yo también me ponía nerviosa en las competiciones, yo también le contaba a mi entrenador mis líos amorosos y sobretodo los fastidiaba cuando haciamos viajes. Yo también le cantaba al oído para que no durmiera y le pedía consejos sobre mi vida.

Ahora, la vida hace que yo sea la persona que de esos consejos y la persona a la que no dejan dormir. Tan solo en unos cuantos años, he pasado de educando a educador. Y pienso lo importante que ha sido mis entrenadores para mí en mi vida. Lo que me han ayudado y escuchado y todo lo que han tenido que aguantar de mí. Ahora soy yo la que tiene que escucharles y ayudarles y dentro de unos años, me recordaran como yo ahora recuerdo a mis entrenadores.
Avece me siento frustrada. Siento que mi época ya a pasado; pero, después de cosas como ayer me doy cuenta de que puedo ayudar a muchas personas a forjar sus propias experiencias siendo yo participe de ellas. Porque entro de unos años recordaran este viaje y se acordarán de todo lo que paso y sentirán que vivieron una bonita experiencia conmigo, como yo la viví en su día con mis entrenadores.

La vida evoluciona y aprende tú a evolucionar con ella.

…Educadores Sociales…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha costado mucho en aprender esto : Hay que centrarse en sus necesidades del momento, no en las nuestras, sino estamos perdidos